Todo puede pasar, pero ninguna oncena promete tanto como Uruguay
EDWARD PIÑÓN | El País en Venezuela
Los que están acá, aún desesperados por conseguir la entrada que compraron por internet hace meses. Los que están allá, prontos para pegarse al televisor a la espera del pitazo inicial para comprobar si los amistosos no fueron un espejismo.
Los que están desplegados a lo largo y ancho del mundo, aguardando la posibilidad de poder cobrarse todas las burlas recibidas luego de una nueva ausencia mundialista.
Los más jóvenes, que están cansados de oír historias y no haber tenido la suerte de ser testigos de ellas. Los más chicos, que se ponen la camiseta celeste porque ven que sus hermanos mayores lo hacen para cantar al lado de la TV y ya tienen como ídolos a Diego Forlán, a Fabián Carini o a Diego Lugano.
Los más veteranos, que esperan tener la suerte de poder festejar una copa continental con sus hijos o sus nietos.
Las que se animan a dejar de lado por un momento los programas de moda o chismes de la farándula, porque juega la celeste y hay que ver cuáles son los más lindos.
Los que querían otros jugadores. Los que están conformes con las citaciones. Los que dijeron que nunca más iban a sufrir por la camiseta color cielo. Los que se cansaron de ilusionarse. Los que todavía sueñan.
Todos, absolutamente todos, pondrán hoy su atención en la selección uruguaya de fútbol. Se terminó el suspenso y las especulaciones. Se acabaron las interpretaciones de las declaraciones, el juego periodístico. Llegó la hora de jugar y Uruguay tendrá su primera prueba de fuego de la Copa América.
Atrás quedarán los amistosos, los buenos resultados y el mejor juego. Ahora es a matemática pura. Si vienen los tres puntos sirve, si en la nómina del haber no se anota nada, "cataplum". Otra vez a empezar de nuevo y otra vez a llevar la rabia a los niveles más altos.
Que quede claro, equipo para imponerse a Perú, una selección que debe ser respetada por el enorme poderío ofensivo que tiene y por la actitud mental que han mostrado sus jugadores en Mérida, hay de sobra. Este Uruguay permite ilusionarse. Este Uruguay Sabe a qué juega, es compacto, solidario en todas sus líneas y está capacitado para ganarle al más pintado.
Es fútbol, todo puede pasar, pero si de sueños se habla, ninguna oncena puede prometer tanto como esta.
Tabárez tiene una férrea defensa y un ataque ultra poderoso. Dijo que su mediocampo había mejorado muchísimo y que podría convertirse en el punto más alto del equipo. Si eso sucede, habrá campeonato para los celestes hasta el último día.
Los de Mérida, los de Sydney, los de Madrid, los Nueva Jersey, los de Toronto, los de Montevideo, los de Salto, los de Colonia, los de Artigas. Los de todos lados están esperando un renacimiento. Llegó la hora de empezar.
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